30.6.22. Tras casi un mes en Irlanda, y ya habiendo recorrido Galway y alrededores, decidimos aventurarnos un poco más lejos. Nuestros siguientes destinos fueron Aran Islands y Dublín.

Las Aran Islands son uno de los mayores atractivos turísticos del país; un conjunto de tres islas en frente de la costa de Galway, con escasa población residente y un claro ejemplo de la vida rural irlandesa.

Inis Mór es la mayor de las islas y la más turística. Para ir allí, tuvimos que ir en bus hasta un puerto cercano y después coger un ferry que nos llevaría hasta nuestro destino. Una vez allí lo más recomendable es alquilar una bicicleta para poder recorrer la mayor parte de la isla antes de que el último ferry de vuelta parta.

Recorrimos gran parte de la isla bordeando la costa y disfrutando de las vistas ¡y de las focas!. Las personas que residen allí se dedican principalmente al turismo o al campo; la isla está dividida en numerosas parcelas separadas unas de otras por muros de piedra, con un ligero espacio para que los animales puedan moverse de un lado a otro.

Al otro lado de la isla nos encontramos con una playa de arena por la que estuvimos caminando, antes de decidir ir a una de las paradas obligatorias: poll na bPéiste, también conocido como el agujero de gusano. Es una piscina natural formada entre las rocas de un acantilado, desde donde la gente se aventura a saltar y así probar el agua del Atlántico.

Por desgracia nosotras no habíamos llevado ropa de baño, así que decidimos recorrer una pequeña ruta natural que se formaba entre las rocas y que nos condujo a unas vistas privilegiadas del Dún Aonghasa. Allí acampamos y aprovechamos para tomar el pequeño picnic que habíamos hecho en casa. En el viaje de vuelta en ferry tuvimos la suerte de avistar algún que otro delfín en la lejanía.

Nos habría gustado visitar más ciudades en Irlanda, pero por desgracia debido a nuestros horarios y a la gran distancia entre una y otra, decidimos que era mejor volver en un futuro. Por el momento visitaremos solo Dublín.

Así que un domingo cualquiera, tomamos uno de los primeros buses hacia la capital para pasar allí el día.

Lo primero que hicimos fue alquilar unas bicicletas para poder ir más rápido. Nos llevó un tiempo entender cómo funcionaba el sistema y no estábamos muy seguras de meternos en medio del tráfico de la capital, sobre todo porque todo funciona al revés, pero fue una idea increíble.

Recorrimos las principales calles, visitamos los sitios más emblemáticos de la ciudad, y finalmente nos alejamos del centro para explorar zonas menos turísticas. El atardecer sobre el puerto fue verdaderamente precioso.

 

 

Al final del día decidimos abandonar las bicicletas y simplemente caminar por el centro en busca de un sitio donde cenar antes de coger nuestro bus de vuelta.